El océano extenso el mar abierto, frío.
Esa voz que choca contra olas salvajes,
Como una tormenta, la siento llegar.
No calla, a lo lejos ya la escuchas.
¿Cómo logras convertir esta agua en hielo?
¿Cómo haces para que esa sonrisa
Como la nieve de blanca fuese,
brille más que el Sol y dé más calor?
Haces callar a todas las sirenas que no dejaban de cantar.
Haces callar a todos los truenos que desde costa se escuchan
atravesar tierra y mar.
¿Cómo logras controlar la naturaleza
y llevarla a tu ritmo, tu compás?
Vuelves cálidas y agradables las aguas
que yo antes
creía frías y que no podría nadar.
Cuando hablas, tu dulce voz
hipnotiza a las sirenas, diosas del mar
y las ahogas en un lago de melancolía
porque tu canto suena desolador.
Se hace de noche, me doy la vuelta.
Tú dejas de surcar las aguas,
dejo yo de nadar y te miro, te veo desvanecer.
Cuando decido volver a la costa de entonces hielo
rompo a llorar: te pensaba cerca.
Imaginé un vínculo especial que podría unirnos.
Me di cuenta, otra noche más,
que dejas tus sentimientos atrás
y olvidas que me querías, otra noche más.
Esperándote al día siguiente
pasa por mi mente, ¿cómo logras
la naturaleza que yo mantengo, controlar?
Como una especie de hechizo, caigo en tu red.
Lo único que deseo entonces es…
Ojalá te enamores de cabeza a pies,
aunque no fuera de mí
y ardas vivo.
Entonces, tal vez comprendas el dolor que siento,
cuando la persona que deseas
te tira al mar sin vida, sin quererte,
sin darse la vuelta, volver
y buscarte.