La “esencia” humana. ¿Qué nos hace lo que somos?

    Todos somos familiares con la teoría de la evolución, todos hemos tenido que nombrar alguna vez las distintas especies de homínidos que han terminado desembocando en nosotros, los humanos. Sin embargo, no tanta gente se para a preguntarse dónde empieza ese “nosotros” y cómo podemos distinguirlo, cómo podemos distinguirnos del resto de seres. ¿Acaso hay algo distintivo que sirva de división entre nosotros y el resto de especies? ¿Cuál sería entonces esa característica? En esta reflexión, intentaremos contestar estas preguntas, centrándonos en los enfoques que la filosofía dio a lo largo de la historia y apoyándonos en diferentes filósofos, como Platón, Aristóteles y Cassirer.

    Como antecedente a esta reflexión, me parece crucial preguntarnos por qué es necesario dilucidar lo que nos hace únicos. Considero que existen varias cuestiones que podrían beneficiarse de que nosotros conociéramos lo que nos distingue del resto de especies. Principalmente, teniendo en cuenta el periodo en el que vivimos (una era casi transhumanista), debemos saber qué nos hace humanos para conocer dónde están los límites, qué cambios llevarían a que dejáramos de ser lo que somos. Esto es, saber quiénes somos nos sirve para decidir a dónde vamos. También nos ayudará a entender a dónde nos dirigimos, pues conocer estos límites nos permite acercarnos un poco más a la problemática de la inteligencia artificial. Si conocemos nuestra esencia, podremos estar más cerca de entender qué nos diferencia de estas inteligencias y qué líneas no debemos cruzar.

     Por último, un beneficio un poco más atípico del conocimiento de nuestra esencia como especie reside en que esta característica se puede convertir en un punto común para todos los seres humanos, algo que nos une entre nosotros. De esta forma, esta característica definitoria podría servir como herramienta para la creación de un “nosotros”, que englobe a toda nuestra especie y nos permita avanzar de una manera efectiva a la hora de resolver problemáticas mundiales.

    En cuanto a la propia pregunta que nos trae hasta aquí, es interesante partir de las diferentes respuestas que los filósofos han dado a lo largo de la historia. La primera de todas ellas es el ser humano como animal racional. Este es un punto clave en parte de la filosofía antigua, en concreto en la filosofía platónica y aristotélica. En este caso, sería el raciocinio lo que nos distinguiría de los animales. Esto se puede ver, por ejemplo, en el mito del carro alado de Platón, en el que el alma posee varias funciones, entre ellas la función racional, el auriga que guía todo el carro alado.

    Se nos define como animales racionales porque somos capaces de resolver problemas, reflexionar y llegar a conclusiones y formar juicios, entre otros. Esta naturaleza racional tiene su culmen en el desarrollo de las diversas ciencias que todavía hoy seguimos practicando. No obstante, ¿podemos realmente asegurar que el resto de especies no poseen esta capacidad racional? Ha sido una conclusión prácticamente no cuestionada a lo largo del tiempo que los animales no pueden razonar, pero no podemos asegurarlo. Por otro lado, este rasgo tampoco nos distinguiría de la inteligencia artificial, pues una de sus principales características es esta misma capacidad de resolución de problemas y razonamiento.

    Otro acercamiento tremendamente conocido a esta pregunta es también de Aristóteles, quien afirmó que ante todo somos animales sociales (zoon politikón). Este filósofo afirmaba que lo más distintivo del ser humano es su necesidad de vivir en comunidad. Para él, solo las bestias y los dioses pueden vivir en soledad. A pesar de que es completamente cierto que la vida en sociedad está en nuestra naturaleza (se puede apreciar en la práctica política como la culminación de nuestra naturaleza social, pues necesitamos organizarnos), no somos la única especie que convive con sus iguales. Existen múltiples ejemplos de animales que viven y se organizan en sociedad, como los gorilas, las abejas o los leones. En cuanto a la inteligencia artificial, este es un campo que todavía no se ha explorado en exceso, si bien está claro con los ejemplos anteriores que esta característica no nos define como especie.

    Por último, encontramos el acercamiento del filósofo Ernst Cassirer, quien catalogó al ser humano como animal simbólico. Este pensador le da gran importancia a nuestra capacidad de simbolizar y relacionar la realidad con diversos elementos que, en primera instancia, no tienen ninguna relación. Esta capacidad simbólica se ve claramente reflejada en nuestro lenguaje, también simbólico. Esto podría ser lo que nos diferencia de los animales, de los que se cree a día de hoy que no poseen un mundo simbólico. En cuanto a las inteligencias artificiales, aunque al principio pueda parecer que tampoco son simbólicas, es muy reseñable que pueden experimentar pareidolias, igual que nosotros. Este es un fenómeno psicológico que consiste en que un estímulo vago se convierta en algo reconocible, como ver una cara en las manchas de la Luna. Las IAs experimentan esto cuando creen identificar una forma en una imagen que en realidad es otro objeto distinto. ¿Quiere esto decir que las IAs tienen capacidad para simbolizar? Creo que es necesario profundizar más de lo que lo he hecho en este ensayo para poder extraer una conclusión a esta pregunta.

     Como es apreciable a lo largo de toda la reflexión, ninguna de estas características nos diferencia totalmente de las especies que nos rodean. Entonces, ¿qué nos hace ser humanos? Quizá la respuesta está en que no hay una única característica definitoria. Quizá la suma de todas las características mencionadas anteriormente a un nivel de desarrollo mayor es lo que nos hace humanos. Este conjunto de características más evolucionadas nos diferencia, por tanto, de cualquier otro ser vivo existente a día de hoy.

     En lo referente a la inteligencia artificial, en mi opinión, el factor clave está en la voluntad. Si bien estas inteligencias son capaces de razonar incluso mejor que nosotros, no lo harán si no hay alguien que se lo ordena, es decir, las IAs están subordinadas a nosotros (al menos de momento). Estas necesitan órdenes, comandos indicándoles qué deben hacer, no poseen la capacidad de decidir por sí mismas, ni pueden decidir lo que quieren. Por tanto, puede que sea esto lo que nos diferencia de estas máquinas.

    En conclusión, la respuesta provisional que puedo dar a la pregunta inicial es que no existe una característica única que nos haga ser quienes somos. Sin embargo, es la suma de nuestras capacidades, más evolucionadas a las del resto de especies, y nuestra voluntad lo que nos define como humanos. Aun así, invito al lector a volver a reflexionar sobre la cuestión, para buscar nuevos enfoques que definan todavía más lo humano. Al fin y al cabo, nuestra existencia es compleja, ¿no?

Contenido de ampliación:

Vídeo documental de Jaime Altozano sobre las IAs donde se tratan las pareidolias: https://youtu.be/3eMmmj3roOs?si=1FOJDaP9jwwMSCy1

Más sobre Ernst Cassirer y el animal simbólico: http://agorafec.blogspot.com/2012/10/el-animal-simbolico-de-ernst-cassirer.html?m=1

El Zoon politikón según la Wikipedia: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Zoon_politik%C3%B3n

Enlaces fotos por orden:

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