Filosofía. Presentación

    En esta sección, y desde esta revista incipiente aparece esta modesta aportación como homenaje a este mágico mundo, a esta bella disciplina vital. En nuestras sociedades de hoy en día, y ante la avalancha de información, quizá es buen momento para filtrar, discriminar, hacerse preguntas, para abordar los problemas latentes y presentes en la actualidad, de fomentar la reflexión y el espíritu crítico, de ayudar al menos a la calidad del pensamiento. La filosofía nos pertenece a todos; decía Kant que la filosofía es todo y que engloba todos los acontecimientos con los fines esenciales a los que tiende la razón humana.

    En todo caso, podemos convenir que con ella se experimentan momentos intensos que consiguen llenar vacíos conceptuales y existenciales, y que al margen de haber llegado a resultados esperados o no, se haya podido decir al final del camino que ha merecido la pena, y nuestro espíritu así nos lo habrá atestiguado.

    Una “herramienta” la filosofía, que además no se ciñe a normas, convenciones, contratos, imposiciones, que no duda en afrontar temas y conceptos de la humanidad siempre presentes (hayan evolucionado o no con las épocas, produciendo nuevos análisis, como diría Foucault), y que no busca tanto resolver problemas como tratar de exponerlos, explicarlos y darles cauce para generaciones presentes y venideras. Ante una certeza sólida e infranqueable se busca la forma de inquietarla, desmontarla, erosionarla y adecuarla a esa realidad líquida (con argumentos y no sólo por el paso del tiempo). Como diría el filósofo argentino Sztajnszrajberg, la filosofía no resuelve problemas, los crea (no lleva a cabo preguntas para hallar respuestas, sino que parte de éstas para entonces desmontarlas con su batería de preguntas).

    Sería una luz que ilumina la vida cotidiana y que quiere encontrar alguna verdad que oriente dicha vida y le dé sentido. Esta actividad luminosa intentaría producir un tipo de placer por el hecho de rebasar o incluso mover los límites de lo que es visible en ese momento.

    Por tanto, se ve una necesidad (a pesar de ciertas leyes educativas) de reforzar esta área de conocimiento para construir una sociedad culta y de progreso (sin ataduras y supuestos), para saber hacia dónde se dirige. Como diría Amelia Valcárcel, debemos entender la mayor parte de la realidad (si se deja) para hacerla accesible a mucha gente… y no está aislada de su mundo, está integrada en él y trata de explicarlo y ayudarlo.

    Finalmente, en todo este contexto, adaptada a la intención de esta revista en esta sección, el pensar es atreverse a ir más allá, como una forma libre de navegarse por tu mundo, de especular sobre lo desconocido, de despertar conceptos durmientes (o bien retomarlos), intentando plasmarlo en un pensamiento más terrenal que llegue a la mayor parte de la sociedad, y que potencie su reflexión y su sensibilidad ante las distintas cuestiones de nuestros días.

    Queremos aprender a pensar, y para ello se necesita mucha “gimnasia” y “danza” para obtener “frutos”; nos ponemos en marcha...