¿Cuántos exilios existen? Este concepto lo reducimos (como muchas palabras) a una parte de su “onda expansiva” significatoria, quiero decir, se identifica con el exilio geográfico (más visual, más comentado, más arrojadizo, asociado a motivos económicos, políticos…) Ahí también podría entrar el exilio social como la culminación de una inadaptación o una insatisfacción del individuo hacia un marco hostil.
Pero hay también otros exilios muy significativos:
Vemos que estos cuatro tipos de exilios implican algún movimiento (no solo físico), parecen tendentes a necesitar (lo pide el alma) dinamizar y no quedarse estáticos-conformes. Entrarían en juego factores como inconformismo, búsqueda de equilibrio emocional, supervivencia…
Ejemplos cotidianos de exilios a una escala pequeña de importancia serían el salir de casa para despejarse y tomar aire del estrés diario para no “encerrarse”… También podríamos considerar en la vejez, la jubilación como un exilio de la vida que ya no te quiere y te aparta.
Englobando todas estas casuísticas de exilio sería como una concreción conductual de ese movimiento consustancial al ser humano (más visuales en unos, internos de espíritu en otros…) nacido de una energía interna que desgasta, de esa angustia que pervive y nos consume hasta el punto de necesitar huir para liberarse.
En todos estos tipos destaca también un claro componente forzado, voluntario e inducido por una situación presente indeseada-insatisfecha. Sería, en principio, como una terapia producto de una serena reflexión; otra cosa sería si esa terapia al final diese efectos secundarios nocivos que no mejorasen la triste situación de origen…
Por otro lado, si cada día o semana somos partícipes de algún tipo de estos exilios debido a los constantes desequilibrios que afrontamos en el día a día habría un carburante que necesitaría ser consumido (en sus distintas variantes) para no atormentarnos y reequilibrar la psique de alguna manera. ¿Seríamos exiliados en potencia?
Iría unida la imagen de un exiliado a un tipo de rebeldía, la del que huye y necesita abrirse-buscarse-reencontrarse para ser más libre (y depender menos de un yo social que nos asfixia).
Por cierto, un viaje, una aventura (en sus distintas acepciones), un retiro temporal, los cambios laborales o de otro tipo, ¿no serían un exilio en otra dimensión?
¿Podríamos inferir (de todos estos exilios) que, aunque se busca la mejora de nuestras condiciones, se tiene la conciencia también de que esa nueva situación puede no darnos, a pesar de todo, un pleno reencuentro con nuestra personalidad? En el caso geográfico-espacial se vería más claro por cesar el contacto con su raigambre… (aunque el tiempo lo cura casi todo).
¿En esta sociedad tan deshumanizada será necesario llevar a cabo varios de esos exilios durante nuestra vida para ser más libres y realizarnos mejor a pesar de la condición inicial indeseada por diversas facetas oscuras (en casi todos tipos comentados) de índole material o emocional en nuestra personalidad?
Quizá casi todos hemos tenido varios de esos tipos en muchos días de nuestra existencia.