En el corazón de Europa, donde el Danubio serpentea majestuoso, se erige su eterna musa: Budapest, “la ciudad más hermosa del Danubio” en palabras del escritor Claudio Magris en su obra El Danubio (Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2004), una ciudad salpicada de cuentos y leyendas, dividida en dos por las aguas del romántico río, pero unida mediante nueve puentes entre los que destaca el icónico Puente de las Cadenas, a través del cual se puede sentir el pulso de la ciudad, uniendo lo antiguo y lo moderno, lo sereno y lo vibrante, y no solo las orillas del río, sino también las historias de Buda y Pest, a modo de lazo indisoluble que se ha fortalecido con el tiempo, logrando preservar cada una su carácter y encanto.
Mientras que Buda representa la parte histórica, señorial y medieval de la ciudad, semejando un laberinto de calles empedradas y colinas verdes coronadas por el imponente Castillo de Buda (antaño residencia real y hoy sede de instituciones culturales y museos), en cambio, Pest es además del corazón económico y comercial de la ciudad, un símbolo de eclecticismo y multiculturalidad con amplias avenidas y una vida urbana joven, vibrante y dinámica. Aquí se encuentra la majestuosa Avenida Andrassy, un bulevar que recuerda a los Campos Elíseos parisinos, bordeado de árboles, tiendas elegantes y el imponente Teatro de la Ópera, todo un deleite visual y sin duda un lugar ideal para disfrutar de una ópera o un ballet. Esta avenida comunica la plaza Erzséber y su noria central con la impresionante Plaza de los Héroes, construida para conmemorar el milenario de Hungría en 1896 (de ahí que también se la conozca como Monumento del milenio), dominada por una impresionante columna corintia de 36 metros de altura con el Arcángel Gabriel en lo alto, sosteniendo la corona de Hungría en una mano y la cruz patriarcal en la otra. A sus pies, 7 estatuas ecuestres representan a los líderes de las siete tribus magiares fundadoras de Hungría y el conjunto se encuentra custodiado por una columnata con las figuras de reyes y líderes nacionales.
Muy cerca de esta emblemática plaza, en uno de los parques públicos más grandes de Budapest, en Városliget o City park, se encuentra el Castillo de Vajdahunyad inspirado en el del conde Drácula de Transilvania, hoy sede del Museo Agrícola Húngaro. Fue construido en una isla, a la que se puede acceder por cuatro puentes. Cuando llega el invierno, el tranquilo y romántico lago frente al Castillo se convierte en una de las pistas de hielo al aire libre más grandes de Europa, haciendo las delicias de locales y turistas.
También en Pest podremos pasear por la peatonal Vaci Utca, una de las calles comerciales más animadas de Budapest, con conocidas tiendas de moda, souvenirs, restaurantes y hoteles. Caminando por ella llegamos a la Plaza de Vörösmarty para rendir nuestro particular homenaje al poeta Mihály Vörösmarty, cuya estatua ocupa el centro de la plaza.
Paseando por las avenidas de Pest, se escucha el bullicio de los mercados, como el Gran Mercado Central (uno de los lugares más emblemáticos y visitados de la capital húngara), donde el aire se llena del aroma de especias y del sonido de regateos. Este mercado cubierto es perfecto para experimentar la cultura y la cocina local, desde productos frescos hasta productos artesanos húngaros. Las numerosas cafeterías y restaurantes, donde se sirven platos tradicionales como el goulash y el strudel y postres típicos como el palacsinta, ofrecen refugio a los viajeros y deleite a los paladares. A pocos metros del mercado y junto al Danubio, se encuentra un original y moderno centro multifunciones: la ballena o bálna, un ejemplo de reciclaje de edificio industrial obsoleto reconvertido en un moderno centro comercial fusionando el ladrillo, las estructuras de hormigón del siglo XIX y una carcasa de vidrio diseñada con ordenador en forma de ballena. Sus terrazas, con vistas al Danubio, ofrecen un espléndido espectáculo en los días de verano, pero también se usa de centro de ocio, cultural y comercial.
Volviendo a épocas pasadas, otro de los grandes atractivos de la ciudad son sus elegantes cafés antiguos, auténticos refugios literarios donde cada rincón cuenta una historia: el Café New York (galardonado en 2011 con el título del “café más bello del mundo”), con sus altísimos techos y candelabros resplandecientes, parece sacado de una novela del siglo XIX. Sentarse en una de sus sillas de terciopelo rojo es como retroceder a una época en la que escritores, poetas y artistas se reunían para debatir ideas revolucionarias y crear obras maestras. En contraste, el Café Gerbeaud ofrece una atmósfera más íntima y acogedora, un espacio ideal para largas conversaciones y momentos de reflexión en torno a una taza de café bien preparado y una porción de alguno de sus exquisitos dulces tradicionales. El Café Central, otro tesoro histórico de la ciudad, es un lugar que ha visto pasar por sus mesas de madera oscura y paredes revestidas de libros, a generaciones de intelectuales y pensadores. Por último, el Café Ruszwurm, uno de los más antiguos de Budapest, situado en el histórico distrito del Castillo de Buda, es un testimonio vivo de la resistencia y la continuidad de las tradiciones húngaras. Su ambiente cálido y rústico, con muebles antiguos y vitrinas llenas de repostería artesanal, es un lugar donde los visitantes pueden disfrutar de un café y degustar la famosa Dobos torte (la favorita de Sissi) junto a una ventana que ofrece vistas panorámicas de la ciudad.
Pero sin duda, el mejor lugar donde admirar toda la belleza de Budapest es desde las alturas del mirador neogótico Bastión de los Pescadores, donde las vistas panorámicas de Pest y el Danubio son simplemente sublimes, especialmente al atardecer, cuando la ciudad se tiñe de tonos dorados y púrpuras. También ofrecen vistas espectaculares de la ciudad la Colina Gellért donde se encuentra la Ciudadela (el punto más alto de la ciudad) y la Estatua de la Libertad, en memoria de los ciudadanos húngaros que murieron durante la segunda Guerra Mundial defendiendo su país.
Cruzando el río, se alza como una joya arquitectónica a orillas del Danubio, el Parlamento húngaro, el auténtico emblema de Budapest, símbolo del poder y la Historia de la nación. Es el tercer parlamento más grande del mundo (tras el de Rumanía y el de Argentina), construido para la conmemoración de los 1.000 años de la fundación del estado húngaro en 1885. En su diseño exterior, destaca su cúpula resplandeciente inspirada en la florentina de Brunelleschi y su espléndida fachada neogótica, con rasgos renacentistas y barrocos que recuerdan al Parlamento londinense. De noche, cuando las luces iluminan sus contornos, parece un palacio de cristal surgido de un sueño.
A unos 300 metros del Parlamento, al borde del Danubio y en el barrio judío de Budapest, encontramos el Monumento de los zapatos: 60 pares de zapatos de metal, de diferentes tamaños y modelos, nos recuerdan la masacre cometida a unos 20.000 judíos durante la segunda Guerra Mundial, atados con alambre de espino, fusilados y arrojados después cruelmente a las frías aguas del río rumbo a un destino incierto.
Otro lugar significativo para conocer la historia judía en Hungría es la Gran Sinagoga y su museo anexo, la más grande de Europa y la segunda más grande del mundo tras la de Jerusalén. El sustento espiritual para locales y turistas también lo podemos encontrar en otros edificios religiosos singulares que bien merecen una visita. Destaca la Iglesia gótica de Matías, sede de coronaciones y bodas reales, un punto destacado en la colina del Castillo de Buda, con su distintivo techo de tejas de colores y un impresionante interior y sobre todo la catedral más grande de Budapest, la Basílica de San Esteban, conocida por su cúpula imponente y por albergar en su interior la reliquia más sagrada de Hungría, la Mano Santa de San Esteban.
La ciudad de Budapest también respira música y arte en cada rincón, desde la majestuosa Ópera Estatal de Hungría, uno de los edificios neo renacentistas más importantes del país, cuya fachada está decorada con estatuas de compositores como Mozart, Beethoven o Verdi hasta los animados ruin pubs, edificios antiguos (deben tener más de 100 años), abandonados y reconvertidos en atractivos bares con apariencia ecléctica, mobiliario vintage, y una atmósfera relajada donde las paredes grafiteadas cuentan su propia historia. En algunos, como el Mazel Tov (el menos “ruin” de todos ellos), incluso se puede degustar comida mediterránea, especialmente de Oriente medio y probar sus deliciosos cócteles mientras admiras su bonita decoración de invernadero y su techo translúcido. La bella musa del Danubio vibra en estos lugares de ocio con una energía creativa y una pasión que atrapan el alma del visitante.
Budapest también es conocida como “la ciudad balneario de Europa” y es que entre los grandes atractivos de la ciudad están sus famosos baños termales, herencia de los antiguos romanos y otomanos, como los Baños Szécheny, los Gellért o los Rudas entre otros, sin duda la mejor opción para relajarse y disfrutar de un oasis de paz tras una larga caminata. Sus aguas cálidas, rodeadas de una arquitectura que recuerda a un palacio turco, están impregnadas de minerales, invitan a la relajación y al rejuvenecimiento y nos recuerdan la naturaleza curativa de la ciudad. Perfectamente puede ser la guinda a este recorrido por la joya del Danubio.
Budapest es por tanto una ciudad de contrastes, un crisol donde lo antiguo y lo moderno se entrelazan en una danza armoniosa, donde las cúpulas doradas y las fachadas barrocas y de art nouveau conviven con una vibrante vida nocturna e interesantes innovaciones contemporáneas, en definitiva, una ciudad que, pese a arrastrar un pasado tremendamente convulso y doloroso, este no ha logrado arrebatarle su vitalidad y dinamismo, y en cada amanecer y atardecer, revela su infinita belleza y profundidad, dejando una marca indeleble en el corazón de quien la visita.