En un lugar de las Fuentes
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Noches de jardín

En un lugar de las Fuentes

Genuino homenaje parafraseando el comienzo de "El Quijote".

Pilar Meléndez | 30 dic 2024

 n un lugar de las Fuentes, de cuyo nombre sí quiero acordarme, no ha mucho tiempo que trabajaba una dama de las de chaleco en astillero, pañuelo al cuello, deslumbrante joyero y Hyundai bastante corredor.        

     Frisaba la edad de nuestra doncella con los sesenta años (aunque no los aparentaba). Era de sonrisa infinita, dura de carnes, amable rostro, experta cocinera  y amiga de la alta costura. Quieren decir que tenía el sobrenombre de «Blanxet», o «Blanchez », que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben, aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba «Blanca».  Pero esto importa poco a nuestro cuento: basta que en la narración del no se salga un punto de la verdad.

    Es, pues, de saber que esta sobredicha dama, los ratos que estaba ociosa    —que eran los menos del año—, se daba a leer libros, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la docencia y aun la administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad que remodeló varios aposentos de su hogar para colocar libros que leer. Y, así, llevó a su casa todos cuantos pudo encontrar; y, de todos, ningunos le parecían tan bien como los que ganaron el premio Goncourt, porque la claridad de su prosa y aquellas entricadas razones le parecían de perlas.

    Por estas aficiones perdía la pobre señora el juicio, y con sagacidad e ironía, cualidades innatas en ella, desentrañábales todo el sentido, que a rápida y lista no le ganara ni el mismísimo  Aristóteles si resucitara para solo ello.

    Muchas veces le vino deseo de tomar la pluma y dar rienda suelta a su locura; y sin duda alguna lo hiciera, y aun saliera airosa de ella, que no hubo Recital Literario que se le resistiera. ¡Qué exquisitez, qué soltura, que verborrea y frescura!

    En resolución, se enfrascó tanto en la lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le avivó tanto el celebro de manera que vino a contagiarnos al resto. Llenose el departamento de actividades frenéticas: entrevistas con autores, conferencias, lecturas y dramatizaciones y pareciéndole poco se dedicó a formar oradores.

    En fin, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo y fue que le pareció convenible y necesario jubilarse e irse por todo el mundo con su gran sabiduría en busca de nuevas aventuras  a ejercitarse en todo aquello que había leído en sus libros. Imaginábase recorriendo indómitos caminos del brazo de su marido, surcando nuevas veredas con sus excomapañeras, de vermuteos domingueros y de algún que otro café a la hora del recreo.

    Pero con estos tan agradables pensamientos, se olvidó de  que aquí dejaba una profesión que la necesitaba, unas compañeras que, presas de la tristeza, se resistían a aceptar que las abandonara.  Porque Blanxet o  Blanchez o… simplemente Blanca, que esto sí es importante para nuestra historia,  ha sido y es una excelente compañera. Amable como ninguna, altruista y generosa, profesional, rápida, irónica, jovial y divertida, pero sobre todo sencilla y humana, muy humana. Esa mano amiga que te recibe y acompaña que siembra cordialidad allá por donde pasa.

    Limpias, pues, las estanterías, despejadas todas las baldas, traspasados materiales dio a entender que se marchaba, y en un momento de flaqueza pronunció estas palabras:

“-Vámonos, poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño”.

¡No sabía cuánto se equivocaba! Pues aunque nuevos tiempos vendrían, la huella de Blanca aquí quedaba. Ni Chats gpt ni book trailers ni Educaplay  eclipsarían  su ilusión y entrega a la enseñanza. Qué locura del hombre es creer que la labor del docente muere en las aulas.

    Este fue el departamento donde trabajó Blanca, cuyo nombre no quiso poner el cronista de esta historia por dejar que todos los institutos de España por donde ha pasado, contendiesen entre sí por ahijársela y tenerla por suya.

¡Que la suerte te acompañe en esta nueva etapa, querida Blanca!

¡Vale!

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