ESTUGOÍSTAS
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Noches de jardín

ESTUGOÍSTAS

Pablo Lavilla Lázaro y Ángela Marco Cueva definen este concepto brillante concepto acuñado por ellos mismos como una "nueva" característica humana.

Pablo Lavilla y Ángela Marco | 30 dic 2024

    Muchas veces hemos escuchado cómo nos contaban lo tediosas y lentas que pasan las horas en los hospitales. Hasta hace unos meses, no obstante, no pudimos comprobarlo por nosotros mismos. En una de esas lentas horas, en el silencio de una mañana de hospital, surgió una idea “tonta”. La idea que hoy nos compete. Una intuición prefilosófica en base a nuestra observación que pronto fue desarrollada y profundizada hasta demostrar que quizá no era tan tonta. Todo comenzó con un “Yo creo que los humanos somos una mezcla entre estúpidos y egoístas” para rellenar el silencio y acaba aquí, entre estos renglones, dedicados a definir, precisamente, el concepto estugoísmo, nacido entre cuatro paredes verdes de un hospital, gracias a una intuición prefilosófica.

    Así pues, a lo largo de las siguientes líneas trataremos de dar una definición profunda y completa del concepto estugoísmo (ideado por nosotros), comenzando por una pequeña puntualización sobre su dimensión no moral, siguiendo por un esbozo de definición, una precisión de los términos que la componen (estupidez y egoísmo) y varios ejemplos de ello. Finalmente, proporcionaremos una definición completa de este concepto.

    Antes de adentrarnos en la tarea de definir, consideramos necesario realizar una crucial aclaración. El concepto que barajamos no se trata de un rasgo moral ni está a priori relacionado de ningún modo con la ética y la moral. Es una noción que compete a la antropología (pues se centra en un aspecto del ser humano), que nada tiene que ver con la dimensión moral de este. Así pues, que una acción pueda ser calificada de estugoísta no quiere decir que sea moralmente incorrecta o inferior. No obstante, cabe resaltar que este rasgo sí puede llegar a tener una traducción a la moral (traducción que no es inherente a la propia definición del concepto), si bien esto no es objeto de estudio en el presente ensayo.

    Dicho esto, consideramos el estugoísmo como un comportamiento concreto del ser humano (entendiendo comportamiento como un tipo concreto de acción) formado por una mezcla de estupidez y egoísmo (de ahí su nombre) entendidos en los siguientes términos. Por un lado, egoísmo en el sentido de que solamente busca el beneficio propio. Por otro lado, estúpido entendido como poco racional en el sentido de poco beneficioso, autodestructivo.

    Esto puede resultar para quien nos lee contradictorio, pues es una acción que se realiza por beneficio propio, pero que no es beneficiosa. Esta contradicción se resuelve al tener en cuenta que una acción se denomina egoísta en el momento de llevarla a cabo (porque las consecuencias que uno busca son beneficiosas para sí), pero se denomina estúpida una vez que las consecuencias son conocidas o predecibles y al menos una de esas posibles consecuencias es perjudicial para el individuo.

    Arrojaremos luz al asunto a partir de varios ejemplos. En primer lugar, consideramos la guerra una acción estugoísta. Por un lado, es egoísta porque busca el beneficio de quien la manda ejecutar (tanto del gobernador como del pueblo presuntamente). Por otro lado, es estúpida porque independientemente de si la guerra es ganada o perdida va a existir un gran perjuicio para el pueblo que ha participado en ella en forma de vidas perdidas, infraestructura destruida y dinero invertido en material militar.

    En segundo lugar, podemos tomar el ejemplo del robo. Esta acción es claramente egoísta, pues busca conseguir un bien material de maneras no legales para el beneficio propio. Tener claro que es una acción estúpida es un poco más complicado que con el caso de la guerra. En este caso, las consecuencias, aunque predecibles, no se pueden determinar con total seguridad (puede ocurrir que quien se disponga a robar lo consiga y salga impune o que sea descubierto). No obstante, nos atrevemos a determinarla como estúpida porque existe una posibilidad de que la consecuencia sea negativa para el individuo, por lo que se está arriesgando a un perjuicio, algo estúpido.

    Así se observa que a la hora de juzgar una acción antes de que esta ocurra, si una de las posibles consecuencias acarrea un prejuicio, esta acción se puede considerar estúpida, aunque no podamos saber a ciencia cierta cuál de las consecuencias ocurrirá.

     Cabe preguntarse llegados a este punto qué ocurre al valorar una acción cuya consecuencia ya conocemos, porque ya ha sido llevada a cabo. Tomemos, de nuevo, el ejemplo del robo. Si la persona decidida a robar hubiera conseguido hacerlo con éxito, ¿esa acción seguiría siendo estúpida? Nuestra respuesta es que sí, porque aunque la consecuencia real no haya sido perjudicial, había una posibilidad de que sí lo hubiera sido, por lo que ha existido un riesgo de perjuicio, aunque no se haya dado este daño. Esto nos demuestra que lo importante al valorar si una acción es estúpida no es la consecuencia real sino las posibles consecuencias a las que esa persona podría haberse enfrentado. 

    Por otro lado, podría hacerse a este desarrollo la crítica de que prácticamente toda acción que llevamos a cabo en nuestro día a día tiene un posible perjuicio para nosotros, como podría ser decidir hacer un café en una cafetera italiana. Existen múltiples hipotéticos perjuicios en esta acción: mancharse la camiseta mientras preparamos el café o que la cafetera explote en nuestra cara, generándonos graves quemaduras, entre otros. ¿Llamaríamos entonces también a esta acción estúpida? A nuestro juicio no, debido a un nuevo matiz que debemos introducir.

     Este nuevo matiz es el del grado de perjuicio y de probabilidad de cada consecuencia. Así, una acción para considerarse estúpida debe tener un gran grado de perjuicio (que sea muy perjudicial para el individuo) y un gran grado de probabilidad de que ocurra. En el caso de la mancha de café sobre la camiseta, la probabilidad puede ser más o menos grande, mientras que el grado de perjuicio es insignificante. Por otro lado, que la cafetera explote y nos genere graves quemaduras es bastante perjudicial, pero muy poco probable. De esto deducimos que el riesgo que corremos al emprender estas acciones no es el suficiente para denominarlas estúpidas.

    Si volvemos sobre el ejemplo de la guerra y el robo para aplicar estos nuevos conceptos, observaremos que en cuanto a la guerra el perjuicio es extremadamente grande y la probabilidad es prácticamente total; mientras que en el robo el perjuicio es muy grande y es también bastante probable. Esto hace que ambas acciones sean lo suficientemente arriesgadas como para considerarse estúpidas.

    Así se ve mucho más claro que esta no es una cuestión de ética, pues las acciones son estugoístas a causa de lo beneficiosas o no que son sus consecuencias, independientemente de si son correctas o no.

    Por otro lado, es necesario también distinguir cuándo una acción se hace por el mero beneficio propio (egoísta) y cuándo se hace por necesidad. Así, robar comida estando hambriento y robar un banco adquieren sentidos totalmente distintos. Mientras que robar un banco sería una acción totalmente egoísta, robar un trozo de pan por una necesidad de comer debe considerarse supervivencia y no egoísmo.

    Esto quizá sea la clave para comprender por qué afirmamos que el estugoísmo es una característica exclusivamente humana, a priori no presente en el mundo animal, si bien esa cuestión se escapa del tema que este ensayo pretende abarcar.

    Por último, puede surgir una última duda con respecto a la definición que se ha proporcionado. A lo largo del ensayo nos hemos referido al estugoísmo como un comportamiento humano, un tipo de acción que puede ser llevada a cabo por este. Sin embargo, ¿pueden existir los humanos propiamente estugoístas, igual que existen los humanos egoístas? En nuestra opinión, estos humanos sí pueden existir, y quedarían definidos simplemente como aquellos cuyas acciones son mayoritariamente estugoístas. Esto completa la definición antes aportada, convirtiendo al estugoísmo no solo en un comportamiento humano (un tipo de acción humana), sino también en una característica humana propia.

    Concluimos, por tanto, esta redacción proporcionando una definición completa del estugoísmo como un comportamiento únicamente humano (y una característica humana) que tiene lugar al llevar a cabo una acción egoísta (en el sentido de que busca el beneficio propio y no es por necesidad) y estúpida (en el sentido de que al menos una de las posibles consecuencias es muy perjudicial y es bastante probable que esta ocurra), que en ningún caso está vinculada con lo moralmente correcto.

    Quedan fuera de este ensayo otras cuestiones sumamente interesantes en relación con este concepto (como su origen e importancia) que deberán ser abordadas en otro momento; con otras ideas no tan tontas, en otra charla de hospital, guiados por nuestra intuición prefilosófica. 

Imágenes:

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